Viaje de Placer...
¿Cuál podría ser el sueño dorado de un vampiro?
Quizá
un pueblecito de los Cárpatos, una noche de luna llena, a kilómetros de
cualquier ciudad o puesto de policía. Un puñado de casitas aisladas,
con las calles sin alumbrado público y con una fea iglesia en el centro
(Que habría que evitar cuidadosamente…)
Y
Pedro, miembro de un antiguo clan de vampiros, acababa de descubrirlo.
Por pura casualidad, mientras recorría con su Mercedes las carreteras
secundarias de Rumanía. Nunca hubiera creído posible que existiera
todavía un pueblecito así. No después del comunismo y esas cosas…
Se
deslizó por las calles oscuras, feliz de sentir de nuevo sensaciones de
otros tiempos. Pedro había cazado en París y en Nueva York, donde las
mujeres son fáciles de atrapar, pero sin una pizca de esa sensación
placentera que da la caza. El juego consistía en provocar miedo,
en sentir, como sentían sus antepasados míticos, el terror de
poblaciones enteras cuando caía la noche. Allí, en un escenario casi
cinematográfico, Pedro se sintió como el mítico Drácula
de las películas. Oyó pasos que se acercaban, y se escondió rápidamente
entre las sombras de un muro. Solo le faltaba una chica rubia y de
buenas proporciones para que todo fuera perfecto.
Cuando
ella llegó, el vampiro sintió ganas de gritar, de aullar a la luna como
esos despreciables lupinos, y darle gracias a Ese de ahí arriba, al
barbas, por una vez desde que fue Abrazado. Era perfecta. Rubia, con los
cabellos largos y sueltos brillando bajo la luna, vestida con una blusa
y falda blancas que el viento pegaba en su cuerpo… Se deslizó tras ella
como una sombra. Entonces una intuición, un mal presagio alertaron a la
muchacha, que apretó el paso, con sus altos tacones haciendo un sonido
regular y seco sobre la acera. Él también apretó el paso, para no
perderla de vista, para aumentar poco a poco su deliciosa sensación de
miedo y terror. La muchacha se metió en una calle particularmente
oscura. Era el momento perfecto. El vampiro se transformó en humo, se
deslizó alrededor de la chica, recuperó su forma humana con sus brazos
abrazándola por la cintura, sus caninos brillaron bajo la luna… La
muchacha se debatió aterrorizada, lanzando un estruendo grito. Él acercó
sus dientes al cuello de ella…
Clic.
El vampiro se paró en seco.
¿Cómo que clic?
Se
detuvo, desconfiado y atento. Ante su sorpresa, la chica también se
inmovilizó, y esperó a que él volviera de nuevo la cabeza hacia ella
para volver a gritar. Era extraño. Se dio cuenta de pronto que ella no
intentaba huir y la miró con más atención. No parecía asustada. De
hecho… no parecía nada…
Volvió la cabeza. Ella interrumpió sus gritos.
Posó
la mirada en su rostro… la chica volvió a aullar, nota por nota,
entonación por entonación, el primer grito que había lanzado antes.
La
soltó. Ella dejó de gritar y quedó ante él, sin hacer nada, los brazos
caídos, sin expresión en su mirada. Esto lo enfureció. Este juego ya no
era divertido. De un único golpe, le arrancó la cabeza.
… que hizo poc y cayó al suelo.
¿Cómo que poc?
Los
cables que salían de su cuerpo chisporroteaban alegremente. El cuerpo
decapitado seguía ahí, de pie, con la luna iluminando su interior de
plástico y metal.
Oh mierdamierdamierdamierda…
El
vampiro retrocedió lentamente, presa de un terror supersticioso. Su
Mercedes estaba donde lo había dejado, en la entrada del pueblo. Empezó a
rehacer el camino…
Clic.
Pedro empezó a correr, sin mirar atrás. Apenas fue consciente de que la iglesia había desaparecido…
Por
un instante creyó que iba a volverse loco. Los edificios estaban
desapareciendo en la nada, siendo reemplazados por pedazos de oscuridad.
Pedro nunca se había preocupado mucho de la tecnología punta, así que
no estaba precisamente familiarizado con los robots… ni con los
hologramas.
Clic.
Otro grupo de edificios se esfumó.
El
miedo empezó a formarse como escalofrío helado por su columna. Empezó a
correr ciegamente, como un loco. ¿Qué importaba un grupo de edificios?
Ni quería ni podía pensar. Solo sabía que dentro de quince, veinte
metros saldría del jodido pueblo…
El suelo empezó a temblar bajo sus pies…
Gritó,
queriendo llorar, presa de la histeria. A su alrededor, los edificios
restantes se esfumaron, mostrando a varias personas con armas
automáticas en las manos.
Y ante su aterrorizada mirada… Empezaron a disparar.
1 comentarios:
Ok... este giro sí que me ha gustado, ese momento en que el mito y la ciencia se encuentran, ¿quién es el ignorante, el supersticioso y con miedo ahora?, por un momento me recordó a Matrix en ciertos aspectos xD
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