Welgaia Team

La Tierra de las Mil Lunas...

Guía de Campaña Final Fantasy RPG

Bueno, venimos con un proyecto que llevamos desde hace mucho tiempo, y cuya idea fue siendo creada desde los últimos... ¿Dos años? Creo yo xD.

Este archivo es un libro de rol. ¿Qué es el rol? Bueno, el rol es una forma de diversión diferente a muchas otras. Permite tomar el papel de un personaje, dentro de una historia y llevar las aventuras de ese personaje. ¿Es un videojuego de mesa? No, para nada. Aquí no hay Save Points. Aquí si matas a la hija del alcalde, lo más seguro es que te ejecuten.

Los juegos de rol son muy interesantes, y en esta ocasión traemos el juego de rol basado en nuestro universo de Final Fantasy. En él vienen todas las indicaciones para poder jugar, tanto las razas como las clases, y las reglas de juego.


https://mega.nz/#!kU0GQC4R!Ya8rs1b-a7faOsOXyBsK9X4E6rmXVXCka4LFOEheqTAUna mención especial hacia Gustavo, el creador original de este juego. Gracias a él pudimos crear esta, digamos, expansión de su libro. Podéis ver el juego original en su página personal, que podréis encontrar pronto en la sección de Páginas Amigas.

Y bueno... solo esperar que os guste el juego. Con el tiempo iremos subiendo aventuras, expansiones y demás cosas.

Adentráos en el mundo de Crystalis, y descubrid aventuras como nunca antes.

Para descargar el libro, solo tenéis que hacer Click en la imagen.

Recordaros a todos que esta es una obra sin ánimo de lucro, y todos los derechos de autor están reservados a sus respectivas compañías. Nosotros solo hacemos esto de fans para fans, así que no lo vendáis, jugad y desafiaros a vosotros mismos, pero no vayáis en contra de la ley.

El Pozo Oscuro 02



Capítulo II: Sangre de Dragón y Lágrimas de una Avecilla

La noche estaba fría...no había una estrella en el firmamento. Al menos no había una que brillara para mí e igual manera era difícil ver alguna desde ese pozo...Pero por uno momentos no me importó pues la voz cálida del dragón hacía que me olvidase unos momentos de aquella gelidez y oscuridad que aturdían mi corazón más que mi cuerpo.

-Pequeña Golondrina. ¿Qué haces aquí?- Escuché al dragón dirigirse a mí con cierto esfuerzo después de haber tosido secamente un par de ocasiones y haberme saludado después de las risas. A pesar de que no podía ver nada, salvo la sombra de su silueta, pude saber donde se encontraban sus ojos.

Bajé la cabeza, avergonzada. ¿Cómo podría decirle que el ser a quien había confiado mi vida me había arrojado a la profundidad de ese foso que tanto miedo me había causado? Además, poco lo conocía pero tenía ganas de hablar y él me inspiró confianza. ¡Que raro!…yo confiando después de lo que me había pasado…

-Yo...desobedecí a mi abuela y ahora estoy pagando el precio de no haber escuchado sus sabios consejos.- Suspiré profundamente y volví a dejar caer el mentón sobre mi pecho muy avergonzada. “Bien, ya la he hecho, ahora ha de pensar mal de mí este ser tan sabio.”

El Dragón exhaló, sacando un poco de aire caliente de sus fosas nasales. En parte ese ruidito parecía denotar que estaba cansado y por otra sentí comprensión.

-De los errores se aprende.- Dijo él por un momento. Guardó silencio por un momento como si meditase lo que iba a decir a continuación.- Creo que puedes arreglar el error que cometiste ¿no?

-Algo difícil, por no decir imposible.- Respondí con tristeza meneando la cabeza negativamente.

Mi acompañante volvió a soltar un suspiro, más hondo que los anteriores que incluso me hizo temblar. Sin saber por qué, alcé uno de mis brazos con cierto esfuerzo e intenté tocarle.

-Dragón.- Le llamé, me sentí preocupada al escuchar que su respiración estaba entrecortada.- ¿Qué te ocurre?

No respondió inmediatamente, a cambio de ello sentí que mis cabellos se despeinaban de nuevo por las exhalaciones que emitía. Saqué fuerzas de la flaqueza y olvidándome un poco de mi propio dolor me puse de pie y logré alcanzarlo. Al tocarle sentí que algo húmedo y pegajoso se adhería a la palma de mano. Palpé un poco más y sentí los pliegues de carne abierta. Las perfectas escamas estaban descarnadas y algunas despedazadas.

-¡Señor Dragón!- Solté un grito ronco al asegurarme que tenía una herida parecía a la mía, solo que más grande, más profunda y sangrante. Con la ayuda de mis manos adoloridas y que le recorrían, noté que iba desde la garganta hasta su pecho.- ¡Está gravemente herido!

Retiré las palmas de él y me retorcí los dedos con nerviosismo. ¿Qué podía hacer? Tan solo era una pobre, débil y desgarrada Golondrina que no podía ni con su propia alma. Me asusté más al notar que el cuerpo del Dragón era mil veces más grande que yo. Me angustió de sobremanera al verle agitado y luchando por respirar. Necesitaba que le ayudase a que dejara de sangrar.

Me rompí los pocos trapos que traía encima. Con esfuerzo formé unos paños y sudorosa busqué algo para poder limpiar la sangre. Pero recordé que no había nada más en ese pozo que él, yo, un suelo frío y un charco formado por el agua de mis lágrimas…

Humedecí los trapos con esa agua y poco a poco, en la oscuridad, fui colocándolos en donde estaba más profunda la herida, limpiaba la sangre con la humedad y volvía al charco para enjuagar. Iba y venía sin parar. A veces sentía que el Dragón se estremecía de dolor por el contacto del algodón. No sé cuánto tiempo estuve en esa tarea que parecía interminable pues el tamaño descomunal del Dragón superaba con creces a la mía. Los dos estábamos exhaustos, pero no me importaba, de alguna manera quería ser útil…ser lo contrario a lo que me decía mi padre el buitre.

“Tú no sirves para nada.”

-Perdóname, quisiera hacer más por ti.- Murmuré bajito poniendo de nueva cuenta los paños e intentando sacarme aquella voz tétrica. Sentía que se me doblaban las piernas.- Si tan solo pudiese volar y traer algunas hierbas curativas…

-Tus lágrimas son saladas pero cálidas.- Dijo el Dragón alzando un poco la cabeza, sorprendiéndome y no dejándome caer de nuevo en la tristeza.- Me están ayudando…gracias…- Y volvió a recostarse.

-Dragón.- Le llamé con algo de rubor en la cara sin dejar de pasar lo hilachos de tela. No sabía si debía cerrar la boca o preguntar, pero mi naturaleza curiosa me hizo querer hacerlo así como la forma como él estaba- ¿Quién…quién te hizo esto? ¿Por qué antes de verte escuché el maullido de una gata?- Sentí que estaba siendo muy descarada y tontamente cotilla. Me disculpé- ¡Lo lamento! No respondas si no quieres pero tú, siendo tan magnífico, tan poderoso…se me hace injusto que estés en este lugar tan lúgubre y triste…

El Dragón de Xián, volvió a inhalar y exhalar con fuerza, aún con dificultad antes de responder:

-Pequeña Golondrina, si no te importa, te contaré una historia …Mi historia…

Lenta, quedamente, el Dragón comenzó un relato largo pero pausado. Me limité a escuchar, a comprender mientras seguía con mis pequeñas manos limpiando todo coágulo del plateado cuerpo, de vez en cuando usando mis cabellos para enjuagarle. En unas partes de su narración, al Dragón se le cortaba el aliento y parecía que no podría continuar más, pero valiente como era, continuó hasta el final.

Sentía que se me encogía el corazón en unas partes del relato, al menos los pedazos que me quedaban. Más cuando supe que aquella excelsa criatura que estaba posado a mi lado…tenía el mismo mal que yo padecía…

“El Dragón quería mucho a una hermosa Gata. Muchísimo. La había conocido en un reino que no estaba tan alejado del suyo. Parecía que tenían mucho en común y en poco tiempo ambos se enamoraron uno del otro. Para el Dragón, todo su mundo se comenzó a estructurar alrededor de ella, incluso a tal punto de dejar sus tierras para irse a las de ella y vivir juntos en un precioso y nuevo Palacio, junto a dos grandes amigos suyos: El Semielfo y al Samurai. Por muchos años todo parecía ser felicidad y todo marchaba viento en popa.

Sin embargo, todos tenemos un lado oculto, y el lado oculto de la Gata empezó a mostrarse, haciendo que el Dragón tuviese un gran dolor en el alma. Los gustos del Dragón estaban fuera de los de la Gata y ella intentó cambiarlo. Intentó cambiar sus gustos, sus pensamientos, su forma de ser... Intentó cambiarle incluso de Religión. Pero al final, cuando la Gata pensó que lo tenía controlado, encontró otra diversión, un Perro que sabía cosas que el Dragón no sabía, y que simplemente era "diferente" a lo que el Dragón le había dado.

La decisión de la Gata fue rápida, y aunque el Semielfo asegura que fue dolorosa, no pareció dolerle en absoluto cuando le clavó el puñal a la espalda del Dragón y lanzarlo a un pozo profundo de dolor y olvido, a las manos de la Pálida Dama y al túnel de la traición.”

-Tal como a mí me arrojó el zorro…y también vino a mi la Señora Blanca- Sollocé un poco después de que el Dragón terminó. Pero me guardé las lágrimas, tragándomelas. No quería ponerle de peor de ánimo. El Dragón volvió a alzar la cabeza, sentí que lo hacía con cierta sorpresa e incredulidad.

- Golondrina…¿A ti también…?

-Sí…- Me quité una perla acuosa de uno de mis ojos y me senté de nuevo en el frío suelo, frotándome los pies desnudos.- Es irónico ¿no? .- Los labios me temblaron y comencé a contarle también mi triste historia sin pedirle permiso.

Pasaron los minutos, una hora…dos…el tiempo pasaba pero a la vez se congelaba. El Dragón escuchaba atentamente y sabía aguardar cuando a mí se me cerraba la garganta y me echaba a llorar como una cría. Pasó un largo rato cuando terminé de contarle y que limpiase la nariz con un pequeño estruendo.

-Golondrina.- El Dragón plateado hizo una pausa antes de proseguir. Tenía un tono dulcemente comprensivo.- Toma un poco de mi sangre, por favor y úntala en las heridas de tu pecho.

-¿Tu sangre?- Le miré de hito a hito, sin comprender.

- Me has limpiado mis heridas con las perlas de tus ojos, permíteme curar las tuyas con la sangre que emana de mí. Tal vez no se curen totalmente pero al menos ambos han surgido por el mismo sufrimiento…Por favor, confía en mí.

Sin preguntar más, asentí.

-Confío en ti

Tomé con las yemas de sus dedos un poquito de la sangre que aún manchaba las escamas plateadas y me la puse con cuidado en mis propios cortes…Inmediatamente sentí mucha calidez y cierto alivio. Pero también sentí algo conocido. Y por un momento dejé de sentir ese peso en mi alma, el ancla de la soledad.

-Al menos, por el momento no estamos ya tan solos ¿ne?- Sonreí tenuemente hablando más para mí misma de forma jovial.-Es un placer tener a alguien a quien poder hablarle y escuchar aunque sean tristezas.

-Como un compañero de aventuras.- Contestó el Dragón con cortesía y haciendo un amago de sonrisa, enseñando la sombra de sus colmillos que no me asustó.

- Y desventuras.- Completé. Sin saber porque algo me impulsó a poner mi mano en su propio pecho desgarrado y dije con tono neutro.- Dragón, yo sé que no te conozco mucho y que tú no me conoces pero te prometo que yo…Nunca te voy a traicionar….

En eso, algunas motas de agua salieron como hilillos de los ojos del Dragón y yo, sin más palabras, me acerqué para abrazarle, al menos una parte de él.

Y por un momento, la luna salió, apareciendo en lo alto del pozo y nos iluminó tenuemente. Era buena señal, una pálida luz en aquella oquedad.

Continuará…

El Pozo Oscuro 01



Capítulo 1: Caída y Despertar.

-¡Zorro! ¡¿Por qué me dejas aquí, zorro?!

Sollocé. Cada vocal que hacía eco en aquel lugar oscuro se me atoraba en la garganta a causa de las lágrimas. Sentía mi pecho húmedo, caliente...mi corazón latía a mil, pero no era por gozo, sino un profundo dolor que me cercenaba tanto de adentro y afuera. La sangre fluía con lentitud y caía por todo mi cuerpo.

-¡Zorro!

Le llamé de nuevo, aun resguardando esperanzas en alguna parte de mí ya derruido corazón. No hubo respuesta, solo sus aullidos que, por la distancia supuse que se alejaba cada vez más de donde me encontraba; pronto solo éramos el silencio y yo, la única pareja en aquel pozo. Aguardé unos minutos, mis pequeños ojos estaban atestados de agua salada. Con dificultades alcé una de mis alas para poder secarme, pero la herida que me carcomía me lo impidió.

-¡Ay! –Me quejé, aspirando hondo sintiendo el punzante frío que me congelaba la espalda. –Me duele mucho... Y aquí está muy oscuro, tengo miedo.

Y me volví a echar a llorar, temblando. En eso, la imagen majestuosa de mi abuela, la anciana y sabia halcón apareció entre las brumas de mi inconsciencia. Ella me lo había advertido: "El zorro solo quiere ganarse tu cariño, tu amor y tu confianza para arrebatarte el tesoro que el Fénix te ha confiado. Mi niña, no vayas a las tierras del zorro... Puede ser una trampa."

-Qué razón tenías, abuela... –Me susurré a mí misma, sintiendo que me faltaba el aire al sentir de nuevo como las punzadas que provocaron las fauces del zorro hacían mella sobre mi piel herida. –Perdóname por haberte desobedecido. Estoy tan arrepentida... Sé que cuando sepas que he venido al reino del zorro sin tu permiso te avergonzarás de mí… no me quitó el tesoro pero por ello ya he pagado… mi Papá Buitre tenía razón… soy una desgracia para la familia…

Intenté girarme de nuevo atacada por una crisis de lagrimones e hipos. Si seguía boca arriba acabaría por ahogarme. Chasqueé mi pico y con terribles dolores pude ponerme de lado; así las lágrimas comenzaron a fluir más ligeramente hasta caer sobre el helado fondo de piedra. Mi ahora cama, mi ahora tumba… Lloré y lloré… nadie sabe en donde me encuentro ahora y pronto moriré… Hubo un momento que dejó de importarme, tal vez si moría de una buena vez, dejaría de sentir pronto lo que me estaba desgarrando por dentro. Al pensar esto me pareció escuchar una cruel carcajada que resonaba cerca de mis oídos. Reconocí a quien pertenecía… ya muchas veces antes la había escuchado… antes me daba mucho miedo… mi madre, la paloma, me había protegido de ella con sus hermosas y puras alas blancas cuando una vez caí enferma y en otra ocasión cuando un hermoso oso me pisó sin querer y me hizo mucho daño.

-Mamita… ¡Ven por mí!

Pero, mi mamá ahora no estaba… ni el águila, ni el cardenal… mis hermanos. Estaban a cientos de kilómetros lejos. De nuevo, todo volvió a ser oscuro y sin sentido.

-Quiero que acabe de una vez. –Pensé en voz alta después de una pausa entre mis sollozos, dispuesta a dejarme llevar por la dueña de la risotada. –Quiero que me lleves…

La risita sardónica volvió a cobrar fuerza. Entre los nubarrones de mis ojos, perdidos en algún punto de aquel tétrico pozo, me pareció ver que se materializaba una figura que vestía una vaporosa túnica negra, tan negra que se confundía con las paredes pero su piel blanca daba mucho contraste a la oscuridad. Unos ojos cincelados y bonitos se hicieron presentes y me miraron con cierta alegría y malicia. Puedo asegurar que estaba contenta por verme y más… por llevarme….

-Pequeña Golondrina… -Me llamó con un dejo gélido haciendo a un lado sus largos cabellos azabache. -¿Lo ves? Te dije que no podías enamorarte de alguien diferente a ti. Hubieras sido buena pajarilla y hubieras ido conmigo cuando oso te aplastó… así no estarías lamentándote de nuevo…

-Qué mala eres, señora. –Sentía de nuevo, como a través de esas palabras me volvía a romper por dentro. –No soy una piedra, un ser sin alma… -Mis ojos se pusieron de nuevo rojos. –Quise creer que todavía existía una luz para mí…

La mujer hizo una pausa. Noté que en una de sus manos portaba una guadaña.

-Claro, aún hay luz… la que guía tu camino al otro mundo, Golondrina. –Al decir eso, se acercó a mí a paso seguro. Alzó su guadaña y con la punta de la misma hurgó la herida que mal formaba mi pecho. Sentí que de nuevo la carne se me abría.

-¡Ay! –Me quejé, pero mi dolor iba más allá de lo meramente físico, en realidad no me estaba haciendo daño. –Si me va a matar, señora, no demore… hágalo ahora.

-Paciencia, mi pequeñita. –Sonrió ella mientras deslizaba la afilada hoz pero ahora sobre mi garganta. –Antes me gustaría escuchar tu hermoso trino, por última vez… una vez más. Además sabes que yo no mato. –Extendió su blanca mano como la nieva en dirección dirigida a mí, su sonrisa desapareció. –Solo te guiaré a un mundo mejor. Ahora, no luches, acepta este designio y déjate llevar…  canta mi avecilla…

Suspiré con tristeza. Era verdad… Tanto peleé para nada… Cerré mis ojos con fuerza y los volví a abrir pero esta vez dirigiendo mi vista hacía donde estaba el cielo. Quería ver por última vez un rayo de luna o de sol... Otra decepción… la salida de aquel foso estaba lejos de donde estaba postrada, apenas se veía un punto minúsculo y grisáceo por encima de mi cabeza.

-Hay nubes. Esta noche lloverá, Golondrina. –Dijo la Muerte apenada. –Ellas llorarán por ti en lugar de tu familia, en lugar del zorro que ya ha ido en caza de la garza…

Astillas de dolor seguían incrustándose en mi corazón como afiladas cuchillas. Volví a respirar hondo, me acomodé con esfuerzo para tener una mejor postura y comencé a emitir algunos trinos pero solamente pude cantar algunas notas tristes, descompuestas, sin vida… mis últimos cantos, mi último adiós…

Era natural, estaba más ya muerta que viva… la tristeza absoluta me cegó. Hice algunos intentos más pero ahora solo balbuceaba el aire, pronto ya no hubo ningún sonido. Sin quererlo, mi forma como Golondrina también se desvaneció. Cuando me di cuenta tenía la forma de una muchacha, de cabellos como la obsidiana, con desnuda piel morena, descalza y con una enorme herida sangrante que me cortaba desde el pecho hasta el cuello.

-Mi voz… -Me agarré el cuello, palpándolo con una de mis manos. Mi desolación fue mayúscula.

-Los colmillos del zorro te desgarraron entera, mi niña. –La Muerte suspiró mientras se arrodillaba frente a mí y me acariciaba los cabellos explicándome. –Le hubieras entregado el tesoro que con tanto recelo has guardado desde que naciste. No estarías sufriendo así…

-Iba a dárselo. –Agaché mi cabeza mientras que abrazaba mi cuerpo con mis propios brazos. –Pero al final… me di cuenta que no le correspondía a él tenerlo… él no era el indicado para mí… por eso se enfadó conmigo…

-¡Que estúpida eres! Con razón te traicionó y fue a buscar a alguien quien si satisficiere sus deseos. Carne fresca y nueva. Pobre Golondrina vieja… así el zorro te llamó.

Intenté hacer caso omiso al comentario de la dama quien dejó de acicalarme el pelo y se levantó, la escuché dar unos pasos, pero no supe hacía a donde.

“Ella dice la verdad.” Los labios me temblaron con mucha melancolía. “Ya no puedo ni cantar… ya no me queda nada”. Apreté fuertemente mis párpados y me recargué en la pared sin dejar de rodear mi silueta con mis brazos. Otro soplo de viento frío me heló entera y mis pies comenzaron a sentir que un flujo de agua los cubría. Eran mis lágrimas que ya habían formado un charco. Ya no quería seguir llorando, pero mis pupilas no me obedecían, los párpados me ardían. ”Ojalá ya acabe esto, si no, lloraré y lloraré hasta ahogarme. Llenaré este pozo si no me muero ya”.

Pronto mi cabeza comenzó a darme vueltas; me sentí muy mareada. Sentí que de nuevo caía en una infinidad de círculos de dolor, sin principio y sin fin. La sangre seguía fluyendo… Volví a escuchar la risa de la Muerte, entonces supe que mi hora había llegado pues sentí una honda pesadez, ya no podía mover ni un músculo, la respiración se me cortó mientras me seguía vaciando. Después… caí en un sueño del cual no quise despertar… mejor esto que continuar dentro de esta pesadilla.

“Adiós” fue lo último que alcancé a pensar, antes de que mi alma expirara. Y al hacerlo escuché el maullido de una gata seguido de un sordo lamento…

No supe que pasó, que ocurrió ni cuánto tiempo había transcurrido… pero a mis oídos llegó el repiqueteo de algo… al principio no me di cuenta de que se trataba. Entre la niebla de mi confusión y delirio me parecía que escuchaba que me llamaba…

-¿Abuela? –Me pregunté mientras intentaba abrir mis ojos. Imposible, los párpados parecían piedras pesadas que se negaban en separarse.

El repiqueteo siguió sonando, retumbando con suavidad pero con suficiente fuerza como para despertarme.

Intenté desembarazarme de la pesadez que me embriagaba así que comencé a moverme… sabía que debía hacerlo, algo o alguien me incitaba a intentarlo. Era extraño… yo ya no tenía ni la mínima voluntad en querer salir de mi letargo pero por esa razón ajena a mí me pedía, me suplicaba que lo hiciera… una vez más, un momento más… pero… ¿Por qué yo que ya lo había perdido todo?

Estaba a punto de dejarme vencer de nuevo pero, antes de claudicar escuché algo que hizo que mi corazón palpitara de nuevo… ya no eran los tañidos esta vez si no una voz que no pertenecía a nadie quien yo conociese o al menos que recordase pero que me sonaba familiar…

-Golondrina… señorita Golondrina… ¿Eres tú?

-¿Eh?

-¿Eres tú, señorita Golondrina? –Repitió la voz, paciente.

- Si… soy yo. –No sé cómo pude responder si tenía la garganta hecha añicos. –¿Quién eres tú?

Se escuchó un suspiro ronco antes de responder. Parecía que se esforzaba en hilar frases pero habló pronto con sabia naturalidad.

-Soy el único Dragón de Plata que surca las tierras de Xián. Nos conocimos hace ya mucho tiempo atrás. –Dijo en voz queda, que me pareció tan triste como yo.

Me quedé callada un momento. No veía casi nada pero caí en cuenta que, gracias a una débil fuente de luz que llegaba del exterior, pude adivinar las formas de un ser gigantesco postrado a un lado de donde me encontraba yo y que por un pelo, si se movía un poco más me hubiera aplastado. "¿Cómo llegó aquí?" me pregunté.

-¿Cuál de todos los Dragón de Plata de Xián? –Dije luchando por salir de las brumas de la confusión. Estaba atontada mirando hacia arriba buscando la luz y hacia las sombras que daba su figura. No me di cuenta que hablé con un tono de niña boba y adormilada y que no había entendido del todo bien lo que, el que se decía Dragón, me había querido decir.

-¿Cuál ha de ser? –El ser, soltó de pronto una risotada que parecía que dejaba de momento su tristeza atrás. –Te he dicho que soy el único Dragón plateado de Xián. ¿Es que no me has puesto atención?

-¡Ah, perdona! -Dije ruborizándome y abriendo los ojos como platos. –¡Ya me acordé! Es que estaba dormida y me atonto fácilmente. Te estaba confundiendo con un Drako que anda por ahí y también conozco. Es que se escriben casi igual Dragón y Drako ¿no? Bueno no… que distan mucho por una letra “g” en lugar de una “k” y sobra una “n”… ¡Oh! Ando diciendo tonteras de nuevo…

El Dragón volvió a reír esta vez con ganas y yo, sin darme cuenta… también le imité…

Continuará…

Datos personales

Mi foto
Estudiante de Psicología, escritor en ratos libres, creador de juegos de rol cada tanto, padre de familia, aficionado a los videojuegos, Ásatrù. Bastante por hacer. ¿No?