Capítulo I
Blanco y Negro
Se dice que el bien y el mal están en una eterna lucha,
situada en una balanza que nunca debe perder el equilibrio. Cuando uno de los
bandos hace que el platillo al que representa presione más su lado, siempre
aparece alguien del bando contrario para devolver a la normalidad la balanza.
Sin embargo, en este mundo no todo es oro lo que reluce, y
el “Bien” o el “Mal” no están tan seguros. El “Blanco Impoluto” o el “Negro
Azabache” no existen en realidad, aunque todo el mundo cataloga como el “Mal” a
aquellos que se salen de sus doctrinas… todos concuerdan en algo.
El Cielo es el Bien. El Infierno es el Mal.
Desde que el tiempo corre, el hombre se ha enfrentado a dos
bandos. ¿Seguir las doctrinas de Dios y, por lo tanto, hacer el Bien? ¿O porqué
no entrar en el juego lujurioso del Diablo, y provocar el Mal? En una frase…
¿Estar del lado del Blanco Impoluto o del Negro Azabache?
Mucha gente decidió y empezaron los cultos a los seres
sobrenaturales en los que la gente creía haber sido creada a imagen y semejanza.
Uno de ellos prevaleció: La Iglesia. Y
su contrapartida, la cual veneraba al Diablo, fue llamada La Cripta.
Como premio a dichas acciones, empezaron a aparecer “ellos”.
Demonios y Ángeles surgieron en el mundo mortal, escondidos entre los humanos
para atacarles o para ayudarles. Muchas batallas surgieron gracias a que los
Demonios o los Ángeles lideraran ejércitos enteros para atacar a sus enemigos.
Muchas veces uno de los dos platillos ha estado a punto de
tirar al otro de la balanza. Es en esos momentos cuando aparece el grupo que
protege la balanza. ¿Preguntas si son los guerreros del lado contrario?
Nada más lejos de la realidad.
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-Señorita Saku Zelda Sheikav, preséntese en la sala de la
madre superiora inmediatamente.
Una de las muchachas del oratorio se levantó en silencio y
se acercó a la puerta. El hábito de monja hacía difícil ver sus curvas o su
cabello, pero su cara, seria e inexpresiva, se quebró en una pequeña sonrisa al
salir de allí. Sus ojos verdes miraron todo el largo pasillo de estilo gótico
mientras pensaba en la orden que acababa de escuchar.
Se detuvo delante de una de las puertas y golpeó con el
puño. Sin esperar entró en el cuarto, sobrio como todos los demás de aquella
iglesia. La madre superiora, una mujer mayor y de rostro serio, le señaló la
silla delante del escritorio que ella misma presidía. Saku se sentó en ella a
la espera.
-Joven novicia, hasta ahora has permanecido aquí estudiando
y fortaleciéndote para las misiones que te encomendaremos en el futuro. –La
mujer la miró a los ojos. –Has desempeñado un papel impecable en las misiones
que has realizado hasta ahora. Tienes un gran potencial, Saku, y debes usarlo
siempre al servicio de Nuestro Señor.
-Si, Madre Superiora.
Ella lo sabía. Toda la vida, desde que tenía uso de razón,
había estado en aquella iglesia perfeccionando sus cualidades innatas, y como
no tenía padres, aquella institución le había proporcionado el amor que
necesitaba. Los ángeles que convivían con ellas les enseñaban a controlarse, y
muchas veces les explicaban batallas de la antigüedad para prepararlas. “El mal
está en nuestras puertas” decían muchas veces.
Y las misiones. Si, aquellas misiones. Ayudar peregrinos a
escapar de la espada del Diablo, o asegurar la fe en algunos lugares lejos de
allí, corrompidos por la Cripta. A
veces debía luchar, pero siempre se mantenía cerca de algún ángel protector
cuando pasaba algo grave.
-Hemos decidido darte una nueva misión. –La Madre Superiora estaba muy
seria. Más de lo normal. –Es una misión de alto rango, y deberás saber que la
harás en solitario.
La mujer empezó a mover algunos papeles y sacó de debajo de
todos ellos una pequeña carpeta.
-¿Conoces la organización llamada “Los Guerreros Grises”?
Saku la miró extrañada.
-Por supuesto, las leyendas hablan de ellos. Dicen que son
personas que están del lado del Altísimo para devolver el equilibrio cuando el
Diablo ha vencido en muchas batallas. Pero esas personas vivieron hace siglos.
-Los Guerreros Grises son una realidad, Saku. –La mujer le
dio la carpeta. –Están entre nuestros días, y distan mucho de ser “seguidores”
del Altísimo. Son asesinos despiadados que acaban sin miramientos con las
tropas tanto aliadas como enemigas. Un obstáculo, sin duda, en la destrucción
del Ángel Caído.
-Pero señora… Según las leyendas, solo actúan cuando el
Diablo ataca. –La joven con la carpeta en la mano la miraba extrañada. -¿No
puede que haya algún error?
-Esa, precisamente, será tu misión, Saku. Deberás descubrir
de qué lado están los Guerreros Grises. –La monja apoyó su espalda en la silla.
–Si, como dices, ha habido un error, no habrá problemas. Si son seguidores del
Ángel Caído, todo el peso de la
Iglesia caerá sobre ellos.
-Pero… ¿Cómo me aseguraré de ello, Madre Superiora?
-Abre la carpeta. –La joven así lo hizo, viendo varias
fotografías y papeles. –Dentro de unos días actuará en una carpa cerca del
pueblo un grupo de hard rock llamado “Guilty Sky”. Tenemos la certeza de que,
al menos la guitarrista y la vocalista son miembros de los Guerreros Grises. En
esa ocasión podrás acercarte a ellos.
-Acercarme a ellos… ¿Pero qué hacer después?
-Debes hacer lo posible por entrar en su círculo. –La mujer
miraba con firmeza a la novicia. –E informarnos de todo lo que veas. Y
sobretodo, ten mucho cuidado con las oscuras influencias.
-Así lo haré, Madre Superiora.
Saku se levantó, hizo una pequeña reverencia y se marchó de
la sala. Debía prepararse. Había oído alguna vez que los que iban a ese tipo de
conciertos debían ir vestidos de una manera específica, así que debía
prepararse concienzudamente.
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La noche daba un refugio a los moradores de las sombras, a
aquellos que no querían que se les viera o aquellos que llevaban malos
trabajos. Pero también era el momento en el que los conciertos se iniciaban. La
carpa donde actuaba el grupo “Guilty Sky” estaba en medio de la plaza del
pueblo y había una larga cola en el exterior. Saku no podía entender porqué la
gente más normal del mundo podía cambiar tanto con dos piezas de ropa
distintas. Gente como la hija del panadero, la cual solía ir con el pelo
recogido en una coleta y vestida de colores claros, la acababa de ver con la
melena al viento y unos pantalones jeans ceñidos y una camisa negra con una
calavera. No la había reconocido hasta que le preguntó por sus gustos, estando
en un concierto de heavy metal y vistiendo de esa manera, ya que la joven
novicia iba vestida para la ocasión: Llevaba unos pantalones largos de color
negro algo ajustados a su piel, con unos zapatos negros acordes para la
situación, una camiseta de tirantes negra con los bordes de color rojo y
llevaba su largo cabello castaño recogido en una larga trenza. La muchacha no
sabía qué decir, y soltó una larga frase como escusa.
Definitivamente, aquel no era su mundo. Tanto ruido, tanto
humo, tanta violencia verbal le estaba afectando al cerebro, pero debía seguir
adelante. Entrando en la gran carpa, vio como muchísima gente se concentraba
delante de la gran tarima con un telón y rodeada de vallas metálicas de un
metro de altura. El ambiente estaba cargado por el asfixiante calor y el humo
del tabaco que bailaba en el aire, y más de una persona ya le había empujado
sin querer. Suspiraba aliviada al ver que, poco después de que ella llegara, la
entrada de personas había disminuido. Camareros con grandes bandejas pasaban
alrededor de los espectadores ofreciendo cervezas antes del concierto, y otros
obsequiaban con pins del grupo. La gente gritaba y hablaba animadamente y sin
tabúes, y eso era algo que no entendía Saku, pues educada como había sido en la Iglesia, no podía entender
la manera en que aquellas personas se comunicaban entre gritos, insultos, y aún
así, seguir sonriendo y tratar a sus ofensores con tanta amistad como antes.
Pero el griterío se hizo más intenso cuando, a una vez,
todas las personas dirigieron sus miradas hacia la tarima con telón en el
momento en que empezaba a bajar la intensidad de la luz. En el escenario había
un hombre con una cazadora de cuero negra y unos pantalones negros, sin más
ropa que esa, y en su espalda, agarrado a él por una cinta de piel, había un
teclado de mano. El hombre, de cortos cabellos castaños y con una cicatriz en
la cara, levantó las manos pidiendo silencio. En ese momento Saku notó como
todo el lugar, desde los más grandes a los más pequeños, bajaban la voz hasta
tal punto que, unos segundos después, solo había silencio. El hombre del
escenario se acercó al poste del micrófono y lo encendió.
-Hola, hola… Probando, uno dos tres… -La voz del hombre, a
diferencia de lo que había pensado la monja, era fuerte, pero suave. Carraspeó
la garganta. –Desde el principio, el hombre ha sido el único ser que ha bebido
sin tener sed… ha comido sin tener hambre… y ha hablado sin tener nada que
decir… Por eso, es mejor enriquecer el alma que amueblarla…
El orador, como había decidido llamarle Saku a ese hombre,
agarró su teclado y comenzó a tocar unas notas que al principio empezaban
suaves, mientras que el telón se empezaba a mover. La tensión y el ansia se
sentían en el lugar, incluso Saku estaba ansiosa por saber qué ocurría detrás
del orador. Mientras, él empezaba a tocar con algo más de fuerza, a la vez que
una flauta empezó a sonar mientras caía el telón y, como si fueran invocados
por las miles de gargantas que habían junto a Saku, el grupo apareció en el
escenario, asemejado a una llanura de nieve muy espesa. Eran cinco personas,
dos mujeres y tres hombres, contando al orador. La que llevaba la flauta se
acercaba al micro con velocidad y decisión mientras tocaba. Llevaba la misma
indumentaria que el orador, cazadora de cuero y pantalones negros, y su
cabello, largo hasta media espalda, era de un gris oscuro. La otra mujer, en el
otro micrófono, sostenía la guitarra, mientras sus cabellos de un azul oscuro
se sostenían en un complicado peinado. Entre ellos, más atrás, estaba el que
sostenía el bajo, con el cabello a media melena y rubio, y más atrás, el
batería, alzado sobre el resto, con los cabellos despeinados y rubios también,
empezaba a tocar.
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La chica de la flauta dejó de tocar y agarró el micro ante
la gran expectación del público, el cual asombraba a Saku por darle tanta fama…
No habían hecho donativos a la
Iglesia, ni habían hecho conciertos benéficos… ¿Por qué eran
tan populares?
-Hear my
heart, wandering inside your mind I still can't let you go...
La gente empezó a cantar junto a la cantante, mientras que esta
seguía tranquilamente. Saku, de igual modo, puso todo su conocimiento para
poder seguir la letra… Desde que salió la primera palabra de esa chica notó
algo extraño.
-Feel my
hand, reaching out for you there's nowhere I can rest my soul...
La sensación se hacía más fuerte con cada verso cantado. ¿Qué
era? ¿Qué notaba? Su corazón se llenaba de tristeza y a la vez de júbilo y no
conseguía entender el porqué de todo aquel galimatías emocional.
-Yet again,
somebody is crying all alone lost in the night...
La novicia miró firmemente a la cantante, la cual por la
fuerza de los focos ya empezaba a sudar, haciendo brillar su piel tanto en la
cara como en el torso desnudo que había bajo la cazadora de cuero.
“Impúdica gente” Pensaba Saku. “¿Cómo pueden dejar ver su
cuerpo desnudo, o semi desnudo, fuera del santo matrimonio…?”
-A trick is
played, fate is what we can't avoid but now we have to move on!
Alguien le empujó por la espalda, no muy fuerte, pero si lo
suficiente como para hacerle pensar en la letra. ¿Qué quería decir con aquello?
-Still I
cherish what you gave to me nothing can take it's place. Do you know how
trapped I am, don't leave me here alone! –La cantante abrió los brazos en cruz.
–Beautiful, the flowers bloom her grace will never die! Nothing can shake her
mind
she'll keep her face towards the blazing light! Clouds that break away today... share my pain oh guilty sky! –La cantante, señalando hacia el frente, le hizo creer a Saku que la miraba a ella... Incluso que era a ella a quien señalaba. –Deep down inside I cried for my soul embraced the tears that flows!
she'll keep her face towards the blazing light! Clouds that break away today... share my pain oh guilty sky! –La cantante, señalando hacia el frente, le hizo creer a Saku que la miraba a ella... Incluso que era a ella a quien señalaba. –Deep down inside I cried for my soul embraced the tears that flows!
Aquello no estaba bien. Aquello no iba bien. Algo se estaba
apoderando de la novicia y no estaba relacionado con la misión. Una especie de
apremio y anhelo, como si no pudiera dejar de mirar a la mujer. Ansiaba, y a la
vez despreciaba escuchar su voz y su música. Quería huir, pero una parte de
ella le apremiaba seguir escuchando esa historia. Pues eso es lo que parecía,
una historia.
-Don't you
know, there is a beginning in every single pain... Anxiously waiting for the
end to come for it to fade away... –La mujer dejó de señalar a Saku, mientras
abría de nuevo los brazos y miraba hacia el techo. –Now your warnth, all that
is vague for me to touch your love is faint... –Alzó una de sus manos, mientras
que todo el público hacía lo mismo. Saku, por alguna razón, se detubo unos
segundos tarde, cuando ya tenía media mano levantada. –No color there, can you
see my hand it used to reach out for you every day!
Como sacudiendo una lona, la cantante movió su mano alzada
como queriendo apartar algo delante de ella. Saku no podía dejar de mirarla.
-Silence
catches up on me there's no longer a place for me! Now I've reached my destiny I'm
walking for myself! –La chica se colocó el puño en el corazón. A Saku le
pareció ver como algo brillaba en ella... Parecía que sudaba mucho más. -Beautiful, the flowers bloom her grace
will never die! Nothing can shake her mind she'll keep her face towards the
blazing light! –La cantante, de nuevo, volvió a señalar a Saku... Al
público. Los ojos de la novicia empezaron a llenarse de lágrimas. -Love that
breaks away today!
Dreams are crashed in every way! Deep down inside I cried for my soul embraced the tears that flows!
Dreams are crashed in every way! Deep down inside I cried for my soul embraced the tears that flows!
La cantante agarró el micrófono sin su poste, y empezó a
caminar hacia delante, se sentó en la tarima y siguió cantando.
-This world
I am standing on... Needed some solitude... That truth I had to accept, soak it
in... –La mujer se levantó como si fuera levantada por unos hilos invisibles. –Your
shadow I can see! Your dream I can't awake! I tried to trace it all!
Una potente corriente de energía atravesó el lugar cuando la
mujer gritó. A Saku se le encogió el corazón. ¿El sueño? ¿La sombra? ¿De qué
estaba hablando? ¿Qué significado tenía ese trabalenguas? Sin embargo, ahora no
había ninguna duda. Aquella mujer tenía algún extraño poder que le permitía
influenciar a la gente con su voz, con sus canciones… Debía hacer algo para
poder acercarse a ella… Acercarse a esos cabellos… esos ojos…
“¡Despierta, Saku!” se dijo a sí misma. “No te dejes tentar
por el mal.”
Justo cuando volvió a mirar decidida por los lados para
buscar una vía de acceso a los camerinos, se encontró con que todos los
espectadores estaban embobados mirando al grupo, gritando, saltando… O no
todos… Algunos estaban mirando a todas partes, como si buscaran algo. Su
indumentaria se parecía a la de la gente, pero tenía algo extraño. No parecían
muy a gusto en aquel lugar.
Un rápido solo de guitarra y un fuerte griterío la hizo
volver a mirar hacia arriba, a la tarima. El batería se había quitado la
cazadora, dejando ver su sudoroso torso desnudo. Saku se escandalizó un poco.
Nunca había visto el cuerpo de un hombre desnudo, y nunca pensó que su primera
vez fuera así… Aunque no fuera desnudo completamente. La cantante, con el
micrófono en la mano, volvió a cantar.
-Still I
cherish what you gave to me nothing can take it's place! Do you know how
trapped I am, don't leave me here alone!
Las personas que antes había visto Saku se empezaban a mover
hacia delante. Algo iba mal, pensó Saku. Esas personas no eran normales.
-Beautiful,
the flowers bloom her grace will never die! Nothing can shake her mind,
she'll keep her face towards the blazing light! –La mujer volvió a señalar al público... A Saku... -Clouds that break away today... share my pain oh guilty sky! Deep down inside I cried for my soul embraced the tears that flows!
she'll keep her face towards the blazing light! –La mujer volvió a señalar al público... A Saku... -Clouds that break away today... share my pain oh guilty sky! Deep down inside I cried for my soul embraced the tears that flows!
La gente empezaba a ponerse nerviosa mientras las personas
que había visto Saku se acercaban cada vez más al fondo, donde estaba la
tarima.
-Seeking for the future, yeah! –Con una sonrisa algo
extraña, la mujer miró hacia abajo, donde algunos habían llegado. –I'll keep on
dancing towards my shining days!
Acto seguido, por extraño que pareciera, uno de los hombres
saltó por encima de la multitud. La gente gritó al ver a un hombre, prácticamente,
volar hacia el grupo de música. Sin embargo, la guitarrista se puso en medio, y
cuando el hombre cayó en la tarima, ella le golpeó con todas sus fuerzas con la
guitarra. El hombre fue impulsado hacia atrás. No se escuchó más que un fuerte
griterío, a la gente queriendo salir o saltar para golpear al insensato que
había “volado”. Sin embargo, la histeria comenzó cuando varios hombres más
saltaron en dirección al grupo.
Saku estaba horrorizada. Aquello no era una misión de
aproximación… ¡Se había convertido en una misión de destrucción demoníaca!
Haciendo lo que podía, empezó a moverse entre la gente para llegar hasta el
grupo. Sabía que las dos mujeres eran miembros de los Guerreros Grises, según
los informes, pero el resto del grupo debían ser humanos normales y corriente.
Debía protegerles. Debía…
Alguien la empujó hacia atrás. Un gruñido le hizo apartarse
del hombre, y este, al girarse, le aterró. Sus colmillos, totalmente
desproporcionados y descomunales, y sus ojos rojos como el fuego la miraban con
ansiedad.
“¡Di algo!” Se decía la novicia. “Es un demonio… Acaba con
él con algún hechizo. Es tu deber.”
Pero el terror se había apoderado de ella al ver esos ojos
rojos como la sangre. Lo único que su mente le decía era “Huye”.
El hombre levantó una de sus manos… Unas manos
desproporcionadas con unas garras gigantescas. Unas garras que goteaban sangre.
Unas garras que se clavarían en su cuerpo.
La voz no le salía. No podía pronunciar ni un solo conjuro.
Su final había llegado y ni siquiera había podido cumplir ni una mínima parte
de su misión…
Y entonces, algo sobresalió del pecho del hombre mientras
este pegó un gran grito. Una punta de flecha… solo que mucho más grande y mucho
más afilada. Una lanza. El hombre gritó, saltó, librándose del mortal arma que
tenía en el pecho, por encima de Saku. Esta solo miró como una sombra saltaba
encima de él, luego otra, y después una tercera. Cuando se giró, pudo
distinguir al menos los cabellos de la guitarrista, la cual seguía llevando su
instrumento.
Temblando, tomó una decisión, y fue tras ella. Si quería
entrar en su círculo debía hablarles… Aunque fuera en peligro. Empezó a correr,
pues sabía que si no lo hacía difícilmente podría ver algo más que el polvo que
dejaba tras ellas.
Salió de la carpa junto a mucha más gente. En el suelo
habían algunas personas con graves heridas, o simplemente desmayadas o… algo
peor… No debía pensar en eso, seguro estaban vivas, así que se giró en la
dirección donde había visto ir a la guitarrista. Su intuición le guío por la
plaza hasta una de las calles, y allí siguió corriendo. No veía a nadie, pero
notaba una fuerte energía maligna.
Cuando giró la esquina, se golpeó de cara con otro hombre,
el cual se giró a ella. Los colmillos eran grandes, igual que el otro al que
había visto, y sus garras también, sin embargo, sus ojos eran normales. Ella,
por toda respuesta, cayó en sus posaderas al suelo, temblando como una hoja, y
viendo como el hombre empezaba a retroceder poco a poco. Nunca había luchado en
solitario… Y nunca había tenido que hacerlo de esa manera tan bárbara.
Cuando este se giró y empezó a correr, otra sombra se puso
delante de la chica. Alguien le puso algo en los hombros y le hizo colocar su
cara hacia la suya propia.
-¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo? ¿Estás herida?
La voz le resultó tan familiar que miró a la cara de la
sombra. Era el orador, el hombre del teclado, aunque ahora no llevaba ni
cazadora ni teclado. La cazadora se la había colocado a ella y en la mano
llevaba una larga lanza.
-Yo… Si… estaba… buscaba…
El sonido de algo caer la hizo mirar por encima del hombro
del orador. Allí, con los ojos bien abiertos, veía como el hombre estaba
lanzando fuertes golpes con las garras a la guitarrista, la cual llevaba una
enorme guadaña en las manos y la esquivaba con soltura.
-¡Estaba siguiendo a esa chica, está en peligro!
El orador, extrañado, giró al cabeza y vio la escena, y
volvió a mirar a Saku.
-¿De qué conoces a mi hermana?
-¿Tu hermana? –Miró un momento al orador de nuevo y recordó
la fotografía del documento en el que salía la guitarrista. Si, tenía
prácticamente la misma cara que ella, solo que más… masculina. -¡Vamos,
ayudémosla! ¡¿No ves que la están atacando?!
El orador agarró a Saku antes de que saliera disparada en
dirección a la pelea. La atrajo hacia sí y la abrazó por la espalda. Ella solo
atinó a quedarse quieta y totalmente ruborizada.
-Tranquila, que ella puede solita.
-Pero…
En ese momento, Saku vio como la guitarrista, con su
guadaña, separaba la cabeza del resto del cuerpo de aquel ser demoníaco. Este
cayó al suelo, sin vida y manchando de sangre las paredes y a la mujer,
mientras esta se acercaba con paso tranquilo a la pareja, sin preocuparse de
más. Cuando estuvo lo bastante cerca de ambos, ella consiguió ver que su rostro
era frío, duro e impasible, pero por alguna razón prácticamente igual al del
orador. Tenía manchas de sangre en la cara y en la ropa, y también en la parte
desnuda de su torso, pero parecía no importarle.
-Ha visto demasiado…
De un movimiento rápido, esparció la sangre que quedaba en
la hoja de la guadaña en la pared de ladrillos. Luego, moviendo sus manos, la
guadaña cambió de forma para ser una guitarra… La guitarra que llevaba en el
concierto. Después, miró al orador y con los ojos fríos preguntó.
-¿Qué hacemos…?
El orador soltó a Saku, la cual empezaba a temblar como un
flan. Aquel primer contacto con ellos debía ser importante, pero no salían
muchas palabras coherentes. El orador se rascaba la barbilla y miraba a la
muchacha, hasta que, no sabiendo de donde, Saku habló.
-Verá… señora… es que yo… quería pedirles algo muy…
especial… -Saku empezó a retorcerse las manos por el nerviosismo. –Querría…
querría unirme a ustedes…
El orador abrió mucho los ojos, al contrario que su hermana,
que los cerró un poco más.
-Perdona. ¿Qué has dicho? –Dijo él.
-Querría unirme a ustedes… por favor… -Dijo con un hilillo
de voz.
El orador se giró un momento a la guitarrista.
-Unirse a nosotros… ¿Tu que dices…?
Por toda respuesta, la guitarrista soltó un bufido y miró
hacia atrás.
-Oh, tienes razón… Todavía hay que limpiar todo esto, y el
resto de vampiros serán eliminados, ya sabes que el loco ese odia perder. –Con
los brazos en jarras miró a la temblorosa novicia. –Es más preocupante esto que
tenemos aquí… Dime muchacha. ¿Cómo te llamas?
Como un resorte, Saku hizo un saludo militar, esperando
poder encubrir su nerviosismo con alguna gracia.
-¡Mi nombre de pila es Saku, señor!
Con los ojos algo abiertos aún, el muchacho sonrió con
gracia y se giró a la guitarrista.
-¿Tu que crees, hermanita?
-No creo que dependa de nosotros… -Dijo tras un silencio
tétrico, en el cual seguía mirando hacia atrás. Luego, con un rápido
movimiento, se giró hacia Saku. –Pero ha visto demasiado. No puede quedar así…
Con un rápido movimiento, la guitarra volvió a convertirse
en guadaña, y la guitarrista levantó con fuerza el arma hacia la luz. Tan solo
el miedo a la mujer hizo que Saku no cayera al suelo por el espanto…
-Vaya, vaya… Tranquila hermanita. Yo también pienso que si
ha visto demasiado lo mejor es matarla, pero deberíamos ir con él antes. ¿No
crees?
-¿Ma… tarme…? –Esta vez, las emociones fueron demasiado para
la niña y cayó de nuevo en el suelo en sus cuartos traseros.
La mirada fría y calculadora de la mujer pasó de la novicia
a la guadaña, y bajó lentamente la hoja, sacó un pañuelo de su bolsillo y
empezó a limpiarla mientras el orador reía.
-Odio cuando se queda manchada…
Todo el aire de los pulmones de Saku salió de repente.
“Un susto más y tendré que cambiarme de ropa…” Pensaba.
-Dime, Saku… -El orador se agachó para estar a la misma
altura que ella. -¿Sabes lo que acabas de ver?
-Ah… pues… Si mal no recuerdo… usted ha dicho que era un
vampiro, señor…
-¿Tu crees en los vampiros? –Siguió preguntando el hombre.
-Pues… no se mucho más que los mitos que corren de ellos…
-La muchacha, mentalmente, empezaba a rezar para poder pedir perdón a Dios por
sus mentiras. “Es necesario Señor, he de seguir tu voluntad”.
-Mejor no saber más… -Dijo con voz fría la guitarrista
mientras seguía limpiando su guadaña. –Aunque quizá más tarde es demasiado
perturbador como para volver la vista atrás…
La novicia miró extrañada a la guitarrista, mientras esta
guardaba el pañuelo en uno de sus bolsillos y, con algún que otro movimiento de
muñeca, la guadaña volvía a tener forma de guitarra. No vio como, por unos
segundos, el orador miraba detenidamente a los lados y a la propia Saku.
-Dime, Saku… ¿Crees en Dios?
-¡Por supuesto! –Dijo con energía y alegría. Por fin un buen
comienzo. Sin embargo la alegría le duró poco, pues la guitarrista soltó una
risita ahogada bastante audible. La miró con desagrado, desaprobando esa ofensa
al Altísimo.
-¿Cuánto crees? –Dijo el orador sonriendo mientras veía como
la novicia dejaba de ver a su hermana con malos ojos. –Por ejemplo… ¿Cómo deben
llegar las novias al matrimonio?
Aquella era una pregunta muy extraña. ¿Por qué se la hacían
si todo el mundo la debía de saber? Se incorporó un poco más y con voz de sabia
empezó a hablar.
-Vírgenes, por supuesto. Me extraña que me preguntéis eso…
El honor de una doncella debe residir en su pureza de cuerpo y mente.
Esta vez, ambos miembros del grupo se taparon la boca, ella
luchando por ahogar la risa y él tosiendo para enmascararla.
-Sabes… sabes que eso es relativo. ¿Verdad? –Dijo con un
amago de sonrisa la guitarrista.
-¿Relativo…? ¿Acaso no lo tenéis como un deber vosotros?
–Dijo extrañada la novicia mientras empezaba a pensar algo que pudiera ayudarle
en su tarea. –Es algo normal y corriente… Ña… -Bajó la cabeza mientras pensaba
en algo más.
El orador se levantó y se cruzó de brazos pensativo. La
guitarrista se le acercó un poco y empezó a hablar en susurros.
-¿Crees que podrá aguantar…?
-Está metida demasiado en el mundo blanco… Puede ser un duro
golpe para ella. –El orador, mientras hablaba, miraba como Saku alzaba la
cabeza para mirar hacia el cielo, a la luna. Con una sonrisa, habló de nuevo.
–Aunque tu notas como yo que tiene potencial. Hay una posibilidad de un
cincuenta por ciento…
-Ya veremos… -Dijo en voz alta la mujer y se acercó a Saku
sin cambiar de expresión. –Vendrás con nosotros, pero te advierto desde ahora
que no será fácil…
Con una expresión de júbilo en el rostro, Saku se levantó
del suelo. Parecía que la cosa empezaba a ir como ella quería, pero debía ganarse
aún más su confianza.
-Yo… yo… me esforzaré… Vean, les mostraré mis habilidades.
La novicia sacó un tubo plateado de su bolsillo, y apretando
un botón, este se convirtió en una maza plateada con una gran cruz en el
centro. Apuntó hacia uno de los cubos de basura con su arma y empezó a
concentrarse.
-¡Ignem!
El interior del recipiente de desperdicios estalló en una
pequeña explosión, mientras que los dos músicos se tapaban la cara. El orador,
rápidamente, señaló al fuego.
-¡Apaga eso, niña!
Con cara extrañada, Saku movió su báculo y las llamas se
extinguieron. Los hermanos suspiraron aliviados al unísono, y la mujer fue al
inicio del callejón mientras el hombre ponía su mano encima de la cabeza de la
novicia.
-No vuelvas a hacer eso nunca, pequeña. Imagina que hubiera
visto alguien esa llamarada… -Bajó la voz y se puso tan serio que, cuando salió
su voz, ahora fría como el hielo, Saku no pudo dejar de ponerse pálida.
–Entonces si que tendríamos que matarte…
-En todo caso, él tiene la última palabra, no nosotros.
–Dijo desde el final del callejón la guitarrista.
-Si, él es el que manda. –Secundó con su voz normal el
orador y una gran sonrisa, y pellizcó la mejilla de Saku suavemente. –Así que
tendrás que esperar a verle.
-Ña… está… bien… -Dijo ella mientras agarraba con fuerza el
báculo. Acto seguido, vio como el orador giraba la cabeza un poco hacia la
derecha.
-Creo que acabaron con el que dejé escapar. –La voz de
fastidio de la guitarrista la sorprendió tanto que pegó otro brinco. –Voy a
tener que aguantar sus burlas todo el día.
-Déjale tranquilo. –Apoyó el hombre mientras se acercaba a
su hermana. Saku iba justo detrás de él con la cabeza agachada. -¿No ves que es
uno de sus placeres? En fin… Será mejor irnos. –Justo cuando iba a avanzar,
notó como alguien le agarraba suavemente del pantalón. Al girarse vieron a Saku
con la cabeza agachada. -¿Ocurre algo? ¿Tienes miedo?
-Necesito… cambiarme de ropa… Por favor…
-¿Por qué? Estás muy guapa así. –Dijo con una sonrisa el
orador, pero entonces miró a su hermana, la cual tenía los ojos cerrados. –Oh…
No me digas… ¿Acaso has…?
-No lo diga en voz alta por favor, me da mucha vergüenza…
Continuará…
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